quinta-feira, 22 de março de 2012

La omnipresencia de Dios.

Capítulo 5
¿Dónde puedo ir y que tu espíritu no esté allí? 
¿Que puedo hacer para que tu no me veas? Sal 139:7

Todas las enseñanzas bíblicas son sostenidas por verdades básicas. Así como en todas las pinturas están los colores primarias, así también la omnipresencia de Dios es una verdad básica para todas la enseñanzas bíblicas.

Algunos teólogos no enseñan la omnipresencia de Dios quizás con miedo de ser confundidos con los panteístas (Dios está en todo).

El panteísmo enseña que Dios es la suma de todas las cosas. Concluyendo que Dios y la naturaleza son la misma cosa. Enseñan que si tocas a una hoja estás tocando en Dios.

Pero la verdad es que, a pesar de que Dios llena todo el universo está separado de este por un abismo eternamente inalcanzable. Dios transciende eternamente todas sus obras a la vez que vive en cada una de ellas.

¿Qué significa la omnipresencia de Dios en la experiencia cristiana directa? Sencillamente significa que Dios está aquí.

Adán pecó y en su pánico frenético trató de hacer lo imposible «escapar de la presencia de Dios». David también quedó desorientado cuando trató de escapar de la presencia de Dios y escribió: « ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? A seguir escribió uno de su más bello salmo para alabar la gloria de la omnipresencia de Dios. Sal 139:7-10

¿Por qué la presencia divina no es el hecho más exalto en todo universo? El patriarca Jacob contesta a esta pregunta «en yermo de horrible soledad» Deu 32:10. el tuvo una visión y maravillado dijo: ciertamente Jehová está en este lugar, pero yo no lo sabia» Gen 28:16. Esta fue la gran dificultad de Jacob y también la nuestra «no lo sabia» ¿Qué diferencia haría si lo supiéramos?

La presencia y la manifestación de Dios no son la misma cosa. Dios solo se manifiesta cuando tenemos consciencia de su presencia. Debemos rendirnos al Espíritu Santo que tiene la tarea de revelarnos el padre y el hijo. Si nos sometemos a Él en obediencia voluntaria está será la diferencia entre ser un cristiano de nombre y tener una vida que irradia la luz divina.

Nuestra búsqueda de Dios será un éxito por el hecho que Dios está buscando manifestarse a nosotros. La manifestación de Dios al alma del hombre no significa que Él venga de un lugar distante. No se trata que una cuestión de quilómetros y si de experiencia.

Cuando un hombre dice: «siento que mi hijo está más cercano a mi a la medida que crece». Este hijo nunca estuvo lejos mucho tiempo físicamente de su padre. Es obvio que está haciendo una referencia a la vivencia. Está diciendo que el joven está conociendo más íntimamente a su padre. Tiene más compresión, que las barreras de pensamiento y sentimiento entre padre y hijo están desapareciendo y están más unidos de mente y e corazón.

Cuando cantamos «Quiero está cada día más cerca de ti» estamos diciendo que deseamos intensificar nuestra percepción espiritual. Cuando oramos, jamás deberíamos gritar, como si Dios estuviera ausente. Él está más cerca de nosotros que nuestra propia alma, más en nuestro interior que nuestros propios pensamientos.

¿Por qué algunas personas encuentran Dios y otros no? ¿Por qué Dios manifiesta su presencia a algunos y permite que otros esté luchando a media luz en una experiencia cristiana imperfecta?

Naturalmente la voluntad de Dios es la misma para todos. El señor no tiene preferencia especial por nadie. Todo lo que Él tiene hecho para algunos de sus hijos está disponible para todos. El problema no está en Dios, está en nosotros.

Todos los grandes hombres y mujeres de Dios, ya sea personajes bíblicos o de la historia cristiana, tenían muchas diferencias, en raza, educación, temperamentos, hábitos y calidades personales.

Me atrevo a decir que la calidad vital que todos ellos santos tuvieron en común es la «sensibilidad espiritual» que les hace sensible a las cosas espirituales y les mueve hacia la dirección de Dios. Estas personas eran diferentes porque buscaban satisfacer el hambre de su alma. Ellos escuchaban la vos de Dios «... buscad mi rostro, tu rostro buscaré, Jehová» Sal 27:8.

Dios no considera que sea nuestra responsabilidad conocer los misterios de la elección, predestinación y de la soberanía de Dios. La manera más segura y acertada de tratar con estas verdades es mirar humildemente hacia arriba y decir: «Señor tu sabes». Sondear estas verdades puede hacer de una persona un teólogo pero jamás un santo.

La sensibilidad espiritual no es una calidad aislada, por lo contrario, es un conjunto de calidades. Se trata de afinidades, tendencia, reacciones favorable de un deseo de alcanzar un mundo espiritual.

De esta forma llegamos a la conclusión de que la sensibilidad espiritual puede existir en diversos grados. Unos poseen un poco más que otros, otros un poco menos. Eso depende de nosotros. Ella es un don de Dios, mas que debe ser reconocido y cultivado como cualquier otro don para cumplir el propósito por lo cual nos fue entregado.

La idea de cultivar y ejercitar la sensibilidad espiritual, tan importante para los santos de la antigüedad, no tiene lugar para la mayoría de los santos de hoy. Queremos una acción más rápida. Una generación de creyentes que crece presionando botones y lidiando con máquinas automáticas, se impacientan con métodos más lentos y menos directos para lograr sus metas.

El resultado trágico de estas actitudes son visibles:
  • Vidas superficiales.
  • Vanas filosofías religiosas.
  • Cultos que se preocupan con una programación agradable.
  • La glorificación del hombre.
  • La confianza en la apariencia religiosa.


Estas y otras cosas parecidas son síntomas de una horrible enfermedad, una profunda y grabe enfermedad del alma.

Es necesario un corazón decidido y valor ilimitado para libertarnos de la cadena de nuestra época y que regresemos a los caminos bíblicos. Te aseguro que eso es perfectamente posible.

Todo creyente que por medio del arrepentimiento y del retorno sincero hacia a Dios, que quiere libertarse de los moldes tradicionales y quiere tomar nada más que la biblia como su patrón espiritual, quedará maravillado con lo que encontrará en las escrituras.

Concluyendo, las omnipresencia de Dios es un hecho. Dios está aquí. Está interesando en nuestra atención y desea revelarse y comunicarse nosotros. Tenemos la posibilidad de conocerlo tan solo si contestamos su llamado.

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