Capítulo 6
Es
difícil parafrasear este versículo sin quitar la profundidad de sus
verdades, así que lo dejo como está...
En el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era
Dios. Juan 1:1.
La
Palabra (o el verbo) es el medio por la cual los pensamientos son
expresos, por eso aquí se usa la Palabra verbo para describir el
hijo de Dios. Eso nos ayuda a entender que la auto-expresión hace
parte inherente de la divinidad y que Dios está siempre tratando de
hablar de si mismo a sus criaturas. El no solamente habló si no que
continua hablando. Por fuerza de su propia naturaleza él se comunica
continuamente. Llena el mundo con su voz.
La
palabra de Dios creó el universo «Porque él dijo, y fue hecho;
El mandó, y existió.» Sal 33:9. la Palabra de Dios que trajo
hacia la existencia todo que fue creado no puede ser la biblia,
porque esta aun no había sido escrita ni impresa. La Palabra aquí
es la expresión de la voluntad de Dios. Esta palabra que viene de
Dios es el soplo divino que llena el mundo de potencia vital.
La voz de
Dios es la mas poderosa fuerza de la naturaleza y en realidad es la
única fuerza que actúa y mantiene todo que existe.
La biblia
es la palabra de Dios escrita y por haber sido escrita, está
confinada y limitada por la necesidad de tinta, de papel o de cuero.
La voz de Dios, en cambio es viva y libre como el propio Dios «las
palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida». Juan 6:63.
Tenemos
una visión pequeña y primitiva cuando imaginamos a Dios creando las
cosas. Lo imaginamos tocando, moldeando, adaptando o creando como si
fuera un carpintero. La biblia describe algo totalmente distinto.
«Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el
ejército de ellos por el aliento de su boca». Sal 33:6 «Por la fe
entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios»
Heb 11:3. Es conveniente recordar que aquí Dios no esta hablando de
su palabra escrita, la biblia, si no que está hablando de su voz,
su palabra.
«dijo
Dios... y así fue» esta sentencia, que ocurre en todo relato de la
creación, son sentencia gemelas, como una declaración de causa y
efecto. El «dijo» explica el «así fue» y el «así fue» es el
«dijo».
Dios está
aquí y está siempre hablando. Estas dos declaraciones son la causa
de todas las otras verdades bíblicas. Sin ellas no podría haber
revelación alguna.
Ahora
hablemos de la biblia. Dios no escribió la biblia para enviarlo por
medio un mensajero para ser leído por mentes desasistidas. Dios puso
su palabra en un libro y vive en su palabra , dándoles poder a
aquellos que la tiene en su corazón y no solamente en su biblioteca.
Y esta palabra persiste por todos los siglos. Por la palabra o el
aliento de Dios el hombre deja de ser polvo y pasa a ser alma
viviente, Gen 2:7 y 3:19).
Hasta
aquí no demos mucha atención a aquella palabra que leemos del
evangelio de Juan «Aquella luz verdadera, que alumbra a todo
hombre» Juan 1:9. en este versículo se puede cambiar la puntuación
como quera que no va cambiar el mensaje. «la palabra de Dios afecta
el corazón de todos los hombres, porque es luz para el alma».
La luz
brilla en el corazón de todos los hombres y la palabra que allí
resuena no hay como escapar de ella.
Hasta
aquellos que nunca escucharon de la biblia ya escucharon la
predicación de la verdad con claridad suficiente para que no tengan
más escusas (Rom 2:15 y 1:20).
Lo que la
sabiduría de Dios requiere es una reacción favorable de parte de
los hombres. Una respuesta que Dios siempre está buscando, pero que
raramente tiene recibido. Lo trágico es que nuestro bien estar
eterno depende de escuchar esta voz.
El
capitulo 8 del libro de proverbio describe la voz de Dios como
sabiduría que esta en todo lugar investigando y cuestionando. La voz
de Dios siempre estuvo gritando para comunicarse con los hombres. El
creyente, cuando escucha la voz de Dios no exige explicaciones y
adora diciendo «Dios mio..». El hombre mundano, aun que no adora
pero se inclina, mas con la intensión de descubrir causas y
funcionamiento de las cosas.
Estamos
acostumbrados a pensar como científicos y no como adoradores. Nos
sentimos más a gusto pensando que adorando. Tratamos de nos
convencer diciendo «Fue un trueno y nada más...» y continuamos
llevando una vida mundana. Pero la voz de Dios sigue gritando y
llamando. El orden del mundo y de la vida depende de esta voz, pero
los hombres están muy atareados y tercos para dar atención a esta
voz.
La voz de
Dios es amiga. No hay que temerla, solo en el caso de que ya tenga
decido resistir a ella.
La
iglesia en general acepta la idea herética de que hacer ruido, ser
grande y activa las hacen más preciosa para Dios. Pero no debemos
desanimar, pues, esto es lo contrario de lo que pide Dios. «Estad
quietos, y conoced que yo soy Dios». Sal 46:10 este es el mismo
mensaje para hoy, que nos informa que nuestra seguridad y fuerza no
depende de nuestra agitación, si no de nuestro silencio y serenidad.
Pienso
que para la mayoría de las personas la manifestación de esta voz
será más o menos así: «primeramente se escucha un sonido como de
alguien andando, después de eso se escucha una voz, pero no se
entiende lo que dice, después de eso viene un momento feliz en que
el espíritu santo empieza a iluminar las escrituras y lo que hasta
aquel momento era nada más que un sonido y cuando mucho, una voz sin
comprensión, se hace una palabra calurosa, intima y clara, como la
palabra de un amigo querido. Después de eso es que viene la vida y
la luz. Y lo mejor de todo, la capacidad de ver y descansar en
Jesucristo y de aceptarlo como salvador y señor.
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