Capítulo 5
¿Dónde puedo ir y que
tu espíritu no esté allí?
¿Que puedo hacer para que tu no me veas? Sal 139:7
¿Que puedo hacer para que tu no me veas? Sal 139:7
Todas las enseñanzas
bíblicas son sostenidas por verdades básicas. Así como en todas
las pinturas están los colores primarias, así también la
omnipresencia de Dios es una verdad básica para todas la enseñanzas
bíblicas.
Algunos teólogos no
enseñan la omnipresencia de Dios quizás con miedo de ser
confundidos con los panteístas (Dios está en todo).
El panteísmo enseña
que Dios es la suma de todas las cosas. Concluyendo que Dios y la
naturaleza son la misma cosa. Enseñan que si tocas a una hoja estás
tocando en Dios.
Pero la verdad es que,
a pesar de que Dios llena todo el universo está separado de este por
un abismo eternamente inalcanzable. Dios transciende eternamente
todas sus obras a la vez que vive en cada una de ellas.
¿Qué significa la
omnipresencia de Dios en la experiencia cristiana directa?
Sencillamente significa que Dios está aquí.
Adán pecó y en su
pánico frenético trató de hacer lo imposible «escapar de la
presencia de Dios». David también quedó desorientado cuando trató
de escapar de la presencia de Dios y escribió: « ¿A
dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
A seguir escribió uno de su más bello salmo para alabar la gloria
de la omnipresencia de Dios. Sal 139:7-10
¿Por qué la presencia
divina no es el hecho más exalto en todo universo? El patriarca
Jacob contesta a esta pregunta «en yermo de horrible soledad» Deu
32:10. el tuvo una visión y maravillado dijo: ciertamente Jehová
está en este lugar, pero yo no lo sabia» Gen 28:16. Esta fue la
gran dificultad de Jacob y también la nuestra «no lo sabia» ¿Qué
diferencia haría si lo supiéramos?
La presencia y la
manifestación de Dios no son la misma cosa. Dios solo se manifiesta
cuando tenemos consciencia de su presencia. Debemos rendirnos al
Espíritu Santo que tiene la tarea de revelarnos el padre y el hijo.
Si nos sometemos a Él en obediencia voluntaria está será la
diferencia entre ser un cristiano de nombre y tener una vida que
irradia la luz divina.
Nuestra búsqueda de
Dios será un éxito por el hecho que Dios está buscando
manifestarse a nosotros. La manifestación de Dios al alma del hombre
no significa que Él venga de un lugar distante. No se trata que una
cuestión de quilómetros y si de experiencia.
Cuando un hombre dice:
«siento que mi hijo está más cercano a mi a la medida que crece».
Este hijo nunca estuvo lejos mucho tiempo físicamente de su padre.
Es obvio que está haciendo una referencia a la vivencia. Está
diciendo que el joven está conociendo más íntimamente a su padre.
Tiene más compresión, que las barreras de pensamiento y
sentimiento entre padre y hijo están desapareciendo y están más
unidos de mente y e corazón.
Cuando cantamos «Quiero
está cada día más cerca de ti» estamos diciendo que deseamos
intensificar nuestra percepción espiritual. Cuando oramos, jamás
deberíamos gritar, como si Dios estuviera ausente. Él está más
cerca de nosotros que nuestra propia alma, más en nuestro interior
que nuestros propios pensamientos.
¿Por qué algunas
personas encuentran Dios y otros no? ¿Por qué Dios manifiesta su
presencia a algunos y permite que otros esté luchando a media luz en
una experiencia cristiana imperfecta?
Naturalmente la
voluntad de Dios es la misma para todos. El señor no tiene
preferencia especial por nadie. Todo lo que Él tiene hecho para
algunos de sus hijos está disponible para todos. El problema no está
en Dios, está en nosotros.
Todos los grandes
hombres y mujeres de Dios, ya sea personajes bíblicos o de la
historia cristiana, tenían muchas diferencias, en raza, educación,
temperamentos, hábitos y calidades personales.
Me atrevo a decir que
la calidad vital que todos ellos santos tuvieron en común es la
«sensibilidad espiritual» que les hace sensible a las cosas
espirituales y les mueve hacia la dirección de Dios. Estas personas
eran diferentes porque buscaban satisfacer el hambre de su alma.
Ellos escuchaban la vos de Dios «... buscad mi rostro, tu rostro
buscaré, Jehová» Sal 27:8.
Dios no considera que
sea nuestra responsabilidad conocer los misterios de la elección,
predestinación y de la soberanía de Dios. La manera más segura y
acertada de tratar con estas verdades es mirar humildemente hacia
arriba y decir: «Señor tu sabes». Sondear estas verdades puede
hacer de una persona un teólogo pero jamás un santo.
La sensibilidad
espiritual no es una calidad aislada, por lo contrario, es un
conjunto de calidades. Se trata de afinidades, tendencia, reacciones
favorable de un deseo de alcanzar un mundo espiritual.
De esta forma llegamos
a la conclusión de que la sensibilidad espiritual puede existir en
diversos grados. Unos poseen un poco más que otros, otros un poco
menos. Eso depende de nosotros. Ella es un don de Dios, mas que debe
ser reconocido y cultivado como cualquier otro don para cumplir el
propósito por lo cual nos fue entregado.
La idea de cultivar y
ejercitar la sensibilidad espiritual, tan importante para los santos
de la antigüedad, no tiene lugar para la mayoría de los santos de
hoy. Queremos una acción más rápida. Una generación de creyentes
que crece presionando botones y lidiando con máquinas automáticas,
se impacientan con métodos más lentos y menos directos para lograr
sus metas.
El resultado trágico
de estas actitudes son visibles:
- Vidas superficiales.
- Vanas filosofías religiosas.
- Cultos que se preocupan con una programación agradable.
- La glorificación del hombre.
- La confianza en la apariencia religiosa.
Estas y otras cosas
parecidas son síntomas de una horrible enfermedad, una profunda y
grabe enfermedad del alma.
Es necesario un corazón
decidido y valor ilimitado para libertarnos de la cadena de nuestra
época y que regresemos a los caminos bíblicos. Te aseguro que eso
es perfectamente posible.
Todo creyente que por
medio del arrepentimiento y del retorno sincero hacia a Dios, que
quiere libertarse de los moldes tradicionales y quiere tomar nada más
que la biblia como su patrón espiritual, quedará maravillado con lo
que encontrará en las escrituras.
Concluyendo, las
omnipresencia de Dios es un hecho. Dios está aquí. Está
interesando en nuestra atención y desea revelarse y comunicarse
nosotros. Tenemos la posibilidad de conocerlo tan solo si
contestamos su llamado.