Capítulo
7
Pase lo que pase, no debemos quitar nuestra mirada del autor y
consumador de nuestra fe, Jesús. Heb 12.2
Cuando un
hombre normal y sencillo lee la biblia sin cualquier conocimiento
previo de ella y la lee sin cualquier pre-concepto, sin tener que
probar o defender algo, él no tardará a entender que ciertas
verdades tienes sus orígenes en la biblia. Estas verdades son los
principios que regula la relación entre el hombre y Dios. Este
hombre está realmente descubriendo lo que enseña la biblia.
De entre
la varias cosas que este hombre descubre una de ellas es la
importancia de la fe. Sin ella es imposible agradar a Dios. Sin ella
no se puede haber acercamiento a Dios, ni perdón, ni salvación, ni
comunión y tampoco vida espiritual en cualquier sentido.
Pues
bien, si la fe tiene una importancia tan vital y es indispensable
para la búsqueda de Dios es natural que nos quede una profunda
preocupación en saber si tenemos este don precioso. Esa preocupación
nos lleva a inquirir sobre la naturaleza de nuestra fe, preguntado
¿Qué es fe? Y esta pregunta exigiría una respuesta, si es que esta
puede ser dada.
Casi
todos los que predican a cerca de la fe terminan sofocando las
personas con sus terminologías rebuscadas dando definiciones y
definiciones que debilitan el tenue hilo de la fe hasta que
desaparezca de la comprensión de las personas. Entonces nos quedamos
desilusionados y seguimos en la misma.
Las
escrituras no hace gran esfuerzo para definir la fe. Hay una breve
definición con 19 palabras en Hebreos 11:1. Este pasaje define la fe
funcionalmente. En otras palabras, la fe es definida por lo que hace
«su acción» y no por lo que es «su esencia».
La biblia
también habla del origen de la fe «es don de Dios» Ef 2:8 y de
como llega a las personas «la fe viene por la predicación de la
palabra de Cristo» Rm 10:17.
Las
palabras de Tomás Kempis «prefiero ejercer la fe que conocer su
definición», es una buena forma de lidiar con la fe en lugar de
perderse en la búsqueda de la definición de la fe. Debemos dejar de
ver la fe como una definición y verla como una experiencia en acción
así nuestros pensamientos serán de naturaleza prácticas y no
teóricas.
Jesús
habló de un incidente del antiguo testamento (Nm 21:4-9) Él dijo:
«Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es
necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna». Ju 3:14-15.
Aquel
hombre, que lea la biblia sin conocimiento previo llegara a esta
conclusión: «mirar» es lo mismo que «creer» y entendería que el
pueblo de Israel tendría que mirar con los ojos físicos para la
serpiente de bronce y que para nosotros esto tiene lugar en el
corazón. Pienso que su conclusión seria que la fe es el mirar fijo
del alma que contempla el Dios salvador. «A ti alcé mis ojos, A
ti que habitas en los cielos. He aquí, como los ojos de los siervos
miran a la mano de sus señores, Y como los ojos de la sierva a la
mano de su señora, Así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios,
Hasta que tenga misericordia de nosotros». Sal 123:1-2. En este
punto, el hombre que busca misericordia, mira hacia a Dios y no
descansa hasta que alcance misericordia.
El poder
de Jesús consistía en que jamás desviaba sus ojos del Padre, Mat
14:19, Ju 5:19-21.
«Puestos
los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe...» (Hb 12:2)
Llegamos a la conclusión de que la fe no es un echo aislado.
Practicado una sola vez y si un mirar constante y fijo del corazón
hacia Dios.
La fe, de
entre todas las virtudes, es la que menos valora a si mismo. Tal como
el ojo ve todo lo que está delante de el, pero no ve a si mismo, así
también es la fe. Se ocupa solamente del objeto a cual se fija y no
da la mínima atención a si misma. Mientras contemplamos a Dios no
veremos a nosotros mismo.
La fe, en
si misma, no es el motivo de nuestra alegría. Nuestra alegría debe
estar en aquel en quien la fe está depositada. La fe es la
re-orientación de nuestra visón. Dejamos de enfocar en nuestro «yo»
y ponemos Dios en el foco de nuestra visión.
«Mas
¿Qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu
corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos» (Rm 10:8). La
palabra de Dios nos lleva a elevar los ojos en dirección al Señor y
es así que comienza a obrar la fe.
Concluimos
que fe es «mirar» y eso puede ser hecho sin formalidades o ritos
religiosos. Eso puede ser ejercido en cualquier lugar. No existe una
ocasión más propia que otra. El lugar en donde estamos no importa.
Felizmente
estas declaraciones acerca de la fe está disponible para todos los
hijos de Dios y no solamente para aquellos que están dedicados
completamente al ministerio. De hecho esta experiencia está siendo
gustada por muchas personas ocupadas ya que esta experiencia está a
disposición de todos nosotros.
Muchos
creyentes ya descubrieron el secreto de lo que estoy diciendo y en
lugar de explicar lo que pasa dentro de ellos, sencillamente pone en
practica la acción de contemplar a Dios con los ojos del espíritu.